47. Pov Dan
No entendí del todo lo que pasó aquella noche. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir todavía su cuerpo, el calor de su piel, el temblor en sus manos cuando me tocó como si tuviera miedo de hacerlo. Pero al despertar, ya no estaba.
Solo el silencio. Y esa maldita sensación de vacío.
Estaba guardando algunas cosas de Anne cuando escuché la puerta. Pensé que sería un repartidor, pero al abrir la puerta me encontré con una mujer de presencia tan firme que me enderecé sin pensarlo. Paola. La madre de Nikita.
—Ah, hola Dan —dijo con una sonrisa que no llegaba a los ojos.
—Que tal. Pase, por favor.
Su perfume era caro, de esos que dejan huella, tal como lo recordaba. Caminó por la casa con un aire evaluador, como si estuviera revisando una inversión. Anne dormía, así que la invité a sentarse en la sala.
—¿Cómo están las cosas por aquí? —preguntó, cruzando las piernas, la mirada fija en mí.
—Bien, dentro de todo —respondí—. Nikita todavía está procesando lo del accidente, pero Anne e