46. Pov Niki
Me levanté para buscar un café y lo vi salir de la oficina de Peterson… Por un segundo me quedé clavada en el pasillo como una idiota. Norman, impecable como siempre: la corbata en su sitio, el pelo peinado con esa precisión que le daba un aire de anuncio, el traje de diseñador que le sentaba como una segunda piel. Era el gemelo de Nathan —ese Nathan que había elegido la medicina y la sutileza de los partos y era mi hermano adorado—, pero Norman había elegido la camisa y la exactitud, el mercado y la frialdad calculada que la gente siempre comparó con Patrick Bateman de Psicópata Americano. Siempre le habían dicho eso: “Tenés esa calma clínica, esa distancia que intimida”. Siempre lo miré con una mezcla de admiración y algo más. Aunque era mi hermano nuestra relación no era tan cercana como con Natha.
—¿Qué hacés aquí? —solté, sin poder evitar que la voz me temblara un poco.
Él sonrió, y en ese gesto vi otra cosa: una ternura domesticada que no le conocía hasta hacía un tiempo atrás