“Despedidas”
—¿Estás nerviosa?
Le agarro la mano a Pía, apretándosela con fuerza.
Parecemos dos adolescentes a punto de recibir la nota final del curso.
—¡Muy!
Inspiro profundo, me imita y abrimos la puerta del dormitorio.
La bella durmiente nos espera con una sonrisa en la cara, su celular, el que le devolvieron las autoridades, en la mano y mi foto agrandada en la pantalla.
—¡Usaste un perro vestido de diosa! —es lo primero que dice—. ¡Mira, mira, mira! —le hace zoom—. ¡Dios mío ese escote está como para meter cien millones de monedas! —ojea el teléfono y le da el ataque, revoleando los rizos y pataleando en la cama—. ¡Chillé desde ayer!
—Ya le pregunté si se lo obsequian —comenta Pía, sentándose a su lado.
—¿Te lo obsequian? —los ojos oscuros de la morena se abren con escándalo.
—Los dos. El rojo y el blanco.
—Me pido el rojo —Lula se enloquece por completo y alza la mano.
—¿Para qué? —Lorenzi la codea—. Vas a estar presa en tu casa hasta quien sabe cuándo. ¿Para qué vas a querer