Marco la atrajo más cerca, tanto que pudo sentir el latido errático de su corazón contra su pecho. Sus labios se acercaron a los suyos con una lentitud tortuosa que la hizo preguntarse si no se había detenido el tiempo mismo. El aliento de él, cálido y con un toque de whisky y menta, acarició su rostro como una promesa de lo que estaba por venir.
¿Era posible morirse de anticipación?
Sus pestañas se rozaron cuando él inclinó la frente contra la suya. Los labios de Marco, apenas a un suspiro de distancia, parecían esculpidos para encajar perfectamente con los suyos. Lucía cerró los ojos, entregándose a la sensación de estar suspendida en ese momento perfecto e imposible, donde todo el mundo se reducía al espacio minúsculo entre sus bocas.
El universo contuvo la respiración.
¿Sabría igual de bien de lo que prometían esos labios que la habían torturado en sueños?
El primer roce fue apenas un susurro de piel contra piel, tan sutil que podría haber sido imaginado. Pero la descarga eléctric