38.
Chris
La escucho cerrar la puerta de la habitación de huéspedes antes de darme cuenta de que mis pies ya me están llevando hacia allí. No lo decido. No lo pienso. Mi cuerpo parece reconocer el camino antes que mi cabeza, como si hubiera estado esperando este momento desde hace años, como si cada pasillo de esta casa supiera exactamente hacia dónde voy.
Me detengo frente a la puerta unos segundos. Los suficientes para respirar. Los suficientes para recordarme que esto es peligroso. Que Sophie está cansada. Que está herida. Que yo fui parte de esa herida. Que hay demasiadas cosas sin resolver como para permitirnos cruzar otra línea.
Pero también recuerdo cómo me miró en la sala.
Cómo dijo hogar.
Cómo Max dormía entre nosotros como si nada se hubiera roto nunca.
Toco la puerta suavemente.
—Sophie… —mi voz suena más baja de lo que esperaba—. ¿Estás bien?
Hay silencio. Luego, pasos leves. La puerta se abre apenas lo suficiente para que pueda verla. Lleva una camiseta larga, el cab