Un golpe suave se oyó en la puerta.
Olivia acababa de salir del baño cuando vio a Hunter parado en el umbral de la sala. Su rostro se veía cansado, los ojos rojos, el cabello despeinado como si no lo hubiera peinado en todo el día.
—Olivia —murmuró suavemente—. ¿Podemos hablar?
Olivia no respondió. Se echó una toalla pequeña sobre el hombro y caminó hacia la sala.
—Si solo viniste a decir “gracias por dejarme quedarme”, ahórratelo. No necesito charlas vacías.
Hunter bajó la cabeza brevemente y luego se acercó.
—No. Yo... no vine por eso. Vine a pedirte perdón.
Olivia soltó una risa amarga.
—¿Perdón? ¿Después de todo lo que hiciste? ¿Crees que una palabra basta para arreglar un corazón que destrozaste?
—Sé que no es suficiente. Pero, por favor... solo escúchame.
—¿Escucharte? —Olivia se giró, con los ojos llenos de furia—. Entras aquí sin vergüenza, arrastrando todo el desastre que dejaste atrás, y ¿esperas que te escuche? ¿Sabes cuántas noches lloré cuando elegiste a Shopia? ¿Tienes i