Capítulo cincuenta y tres.
Jessica.
En cuanto la puerta se cierra detrás de mi´, suelto todo el aire acumulado.
Sacudo la cabeza y cierro los ojos con fuerza. Idiota, idiota, idiota.
¿Haberme acostado con él?¿En qué carajos estaba pensando?
Joder, que no puede estar sucediendo esto.
Mis extremidades tiemblan de pies a cabeza.
¿Y si abre la boca?¿Y si dice algo de lo que pasó?
No. Eso no podría pasar. Él no es así...
Me separo de la puerta de mala gana y apoyo mis caderas contra la vajilla. Llevo una mano a mi frente, intentando dar pequeños masajes. Siento de nuevo la punzada dolorosa en la parte de la herida, recordándome que esto no va a terminar.
—¡Maldición!—murmuro.
Unos suaves golpes me sacan de mis cavilaciones. Me pongo rígida.
Que no sea él, que no sea él...
Y al abrirse, compruebo que la que está del otro lado es Chiara. Me da una sonrisa culpable antes de entrar por completo a la cocina. Parece entender que necesito espacio, porque vuelve a cerrar la puerta.
Me obligo a respirar.
—Lo siento, no sab