PHOEBE
Un fuerte olor a alcohol fue lo que me hizo despertar. La cabeza me dolía y me sentía mareada.
—¿Qué me pasó? —pregunté y vi a Steven al otro lado de la habitación.
Sus palabras antes de desmayarme vinieron a mí y me senté de golpe.
—Recuéstate un momento más, tu presión arterial está algo elevada. —dijo un señor con un maletín médico. Me recosté, pero las ganas de llorar me abrumaron. No podía creer que sus padres habían hecho tal acto ¿Por qué?—. Debes calmarte, un embarazo como el tuyo debe manejarse con mayor cuidado. No es por asustarte, pero debes tratar de controlarte.
—Ya no la abrumes más tío.
—Lo siento, Omar. Entiendo lo que está pasando, pero debe de caer en la realidad de que todo lo demás tiene que pasar a segundo o hasta a tercer plano. Lo primero es ella y esos bebés. —el hombre me regañaba y al verlo con mayor detalle, me di cuenta de que se trataba del señor Iván, el papá de Alan.
—Lo siento mucho. —dije entre sollozos. Omar se sentó a mi lado y me abrazó.