La Promesa
El bosque quedó en silencio. Mia, todavía estaba temblando por la furia y la adrenalina acumulada en su cuerpo, colapsada se derrumbó de rodillas. Sus garras se clavaron en la tierra, como si pudiera arrancarle a la naturaleza misma las respuestas que necesitaba.
“¿Cómo? ¿Cómo había podido fallarle a su hija?” Pensaba una y otra vez.
Poco después, una mano cálida se posó en su hombro. Lukas, ahora en forma humana, la miraba con una mezcla de dolor y determinación.
—Lo encontraremos. —Prometió, con su voz firme. —No importa dónde se esconda. No importa qué poder haya invocado. —Traeremos a Ayla a casa. Eso te lo prometo.
Pero Mia no respondió. No había palabras que pudieran expresar el vacío que sentía, la culpa que la sofocaba, sentía que todo ya se le había salido de las manos y no podía recuperar el control por más que lo intentara. Pero, cuando alzó la vista hacia el horizonte, sus ojos ya no mostraban desesperación, mostraban juramento, porque esto no había terminado,