Me encuentro sentado en esta celda fría y apestosa, con mis manos aún esposadas. No puedo creer lo que está sucediendo. El oficial que me detuvo resulta ser el hermano de Tania, la misma persona que ha estado amenazándome y chantajeándome. Esto no puede ser una simple coincidencia.
En medio de este sitio, la tensión se hace presente. Miro fijamente al oficial, y en ese momento, me doy cuenta de que todo esto ha sido una trampa cuidadosamente planeada. El hermano de Tania quiere mantenerme encerrado, algo deben estar planeando, sin razón alguna me mantiene detenido. Pero no puede dejarme aquí por mucho tiempo.
—¿Qué está pasando aquí? —le pregunto, tratando de mantener la calma, aunque por dentro la rabia me consume.
El oficial sonríe de manera grotesca y se acerca a los barrotes de la celda, piensa que me tiene acorralado.
—Santiago Díaz, has lastimado a mi hermana por demasiado tiempo. Ya es hora de que pagues por tus acciones. No voy a permitir que sigas haciéndole