Despierta
Volvió a la conciencia como quien abre los ojos unos segundos después de dormitar : a tirones, con una presión en el pecho que no reconocía y una oscuridad que parecía demasiado espesa para ser natural. Ana parpadeó, intentando enfocar algo, cualquier cosa, pero sólo encontró sombras superpuestas. Respiró hondo, y el aire le rasgó la garganta como si llevara horas sin beber agua.
Una sensación tibia pulsaba en su rostro. Se llevó la mano a la mejilla.
Estaba sudando frío.
Las sombras comenzaron a ceder, y la penumbra de la habitación tomó forma. Reconoció su cama, el pequeño mueble junto a ella, y el olor tenue a madera quemándose. No había luz desde la ventana, lo que significaba que ya era de noche… o madrugada. Pero la habitación no estaba completamente oscura.
Un destello naranja danzaba en la pared.
Ana volteó hacia la fuente. La chimenea estaba encendida, las llamas pequeñas pero firmes, y frente a ellas había una figura de pie, como una mancha sólida recortada contra