Capítulo 19

Curiosidad

Ana despertó con la sensación de haber dormido durante días.

La habitación estaba envuelta en una penumbra azulada; el fuego del hogar se había apagado hacía tiempo y el aire tenía un dejo húmedo, como si la nieve y neblina se filtrara por la ventana. Se incorporó despacio, sentándose en la cama tratando de acostumbrar la vista a la penumbra del cuarto. Su cuerpo protestó con una punzada en el pecho y otra más leve en las piernas, pero al menos ya no sentía aquel peso helado que la había acompañado desde el río.

Por un momento creyó escuchar voces, risas apagadas y pasos a lo lejos. Con cuidado, apartó las pieles que la cubrían y dejó que sus pies tocaran el suelo. La madera estaba fría, un contraste que la despertó por completo. Se quedó así unos segundos, acostumbrándose a la idea de estar de pie sin que el mundo se moviera o el aire le doliera en los pulmones.

Miró a su alrededor. La habitación seguía igual: los frascos con hierbas sobre la repisa, el paño seco junto al
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