CAPÍTULO 115 — AMARNOS PARTE DOS.
Alexandra se apartó del abrazo de Carlos, su cuerpo aún tenso por los días de viaje. El aire en la habitación era pesado, cargado del olor a cera quemada de las velas en la mesa y el humo distante de las fogatas en el patio del palacio. La luz de la luna se filtraba por las cortinas gruesas, proyectando sombras en las paredes de piedra tallada. "Necesito un baño", dijo ella, su voz baja, el cansancio pesándole en los hombros. Carlos la miró, sus ojos marrones brillando con una mezcla de alivio y deseo contenido. "Ve. Te espero aquí." Él se recostó en la cama grande, el colchón crujiendo bajo su peso, la pierna herida extendida con cuidado. Alexandra asintió, sintiendo el polvo del camino pegado a su piel, los músculos doloridos por el galope constante. Se dirigió al baño adjunto, un cuarto estrecho con una tina de cobre y baldosas frías bajo sus pies.
El agua tibia llenaba la bañera, Alexandra se quitó la túnica sucia, el tejido áspero rozando su piel, dejando al descubierto moretones