Ninguno de los dos estaba preparado para ese encuentro incómodo, la mueca de una sonrisa se dibujó en el rostro de Bastiaan. Para disimular la sorpresa, no supo nada más de ella. Ni siquiera en donde vivía, porque al tiempo de terminar el contrato de arrendamiento, Cara se había mudado. Su prima no le daba ninguna información cuando la llamaba de vez en cuando para saber como le iba en su negocio. Al parecer ellas estaban en contacto, lo único que sabía era que Astrid la extrañaba mucho, porque Leander de vez en cuando le comentaba.Pero verla ahí de frente a él, con un aura completamente diferente a como la dejó aquella madrugada. Su cabello estaba recogido en un moño, que le hacía el rostro más fino, pero su cuerpo… A pesar de que la ropa era holgada, podía apreciarse su figura. Sus manos hormiguearon por acariciarla.—Disculpen, no sabía que estaba reunido —Cara habló en italiano—. Si usted quiere, puedo venir en otro momento. El rostro de Bastiaan reflejó una sonrisa de orgullo,
Cara no podía creer las casualidades de la vida, encontrarse a Bastiaan después de tanto tiempo. Seguía siendo atractivo, tenía que reconocer que él podía demandarla por acosadora, ya que lo seguía en todas las redes sociales. Su curiosidad era por saber si existía alguna mujer en su vida, podía preguntarle directamente a Astrid. Pero por nada del mundo quería que se enterara lo que había ocurrido entre ellos. Dio un suspiro, salió prácticamente que corriendo de la oficina de Tito en el mismo momento en que le dijo que podía hacerlo. Las piernas todavía le temblaban, mientras que su boca estaba seca, pero no sabía si era por la resaca o porque se moría por los besos de Bastiaan. Estaba en el área de recreación de la empresa, sentada tomándose un café. Cuando de pronto la puerta se abrió, Cara estaba de espaldas a la entrada. No podía ver, pero sabía quién era, puesto que su perfume llegó hasta sus fosas nasales. —Ah, con aquí es en donde te estás escondiendo de mí —Bastiaan no pr
Mientras veía su reflejo en el espejo, negó con la cabeza un par de veces. —¡Qué tonta eres, Cara! —se regañó—. Caíste en su trampa una vez…Dio un suspiro, hizo una mueca en la cabeza. Bastiaan le había dicho que le demostrara que ya no sentía nada por él. Pero como hacerlo, si mientras más se miraba al espejo. Estaba claro que había cuidado cada detalle de su apariencia, aunque ella insistía que era para que se tragara sus palabras. El vestido coctel de color rojo, manga larga. Resaltando el delicado bronceado de su piel, de cuello en V dejaba claro lo firme de sus redondos pechos. En el corpiño una serie de pliegues sueltos que llegaban hasta la falda recta hasta dos dedos por encima de su rodilla, que de alguna forma resaltaba cada una de sus curvas. Lo combinó con unas sandalias de tiras finas y tacón alto del mismo color del vestido. Se recogió el cabello en un chongo flojo, dejando algunos mechones sueltos. Usó un maquillaje en donde lo que más resaltaban eran sus ojos, trat
Cara se sentía que había caído en sus redes o tal vez nunca salió de ellas, y toda la libertad en la que estuvo viendo, solo fue porque Bastiaan se lo permitió, un escalofrío le recorrió el cuerpo, y obviamente no era por miedo, sino la anticipación que la saludo de manera sarcástica. Como era de esperarse, él se encargó de todo. Pero cuando pretendió escoger la comida por ella, le hizo saber que eso no sucedería. Observó como sus ojos la miraron con un brillo que no pudo descifrar. Estaba claro que durante el tiempo transcurrido ambos habían cambiado. Bastiaan, aprendió a como usar su cara de póker y enmascarar sus sentimientos, y por parte de Cara se sentía más segura a la hora de tomar decisiones, pero en cuanto a cosas del corazón continuaba siendo un desastre, una muestra de aquello era que no se involucraba en nada que tuviera que ver con relaciones.La comida se desarrolló de manera lenta, debido a la tensión que existía entre ambos. En el instante en que llevaron el postre,
═∘◦✧◦∘═El día de Cara no pudo haber empezado peor, había tenido una discusión con su novio de toda la vida, Walter. Por cuestiones de dinero, no había pagado la renta del departamento en donde vivían, y el casero les pidió que desalojaran.—El éxito de hoy te lo debo a ti —expresó Astrid, con una sonrisa, mientras miraba su laptop y con cara de ilusión agregó: —Tenemos pedidos, para unos dos meses, esto es simplemente magnífico. En el instante en el cual Cara iba a contestarle, su teléfono celular comenzó a sonar. No tuvo necesidad de mirar el identificador de llamadas, pues sabía que era Walter. —La persona es insistente —comentó Astrid, frunciendo el ceño. —Puede ser —se encogió de hombros—, realmente no me importa mucho. Puso el aparato encima del escritorio, pero después este comenzó de nuevo a sonar. “Número desconocido”.—Diga.—Buenas tardes, señorita Wanke le habla Carlos Rodríguez. Subgeren
═∘◦✧◦∘═Bastiaan Karagiannis, se aflojó el nudo de su corbata, mientras le daba un trago a su fino whisky. Estaba agotado, había pasado el día entre vuelos y reuniones. Cuatro inversionistas querían tener negocios con él. Parecían ser buenos en lo que hacía y sobre todo estables, pero solo una de ellas no le dio buena espina. Ernesto Samper, y su impaciente asistente Walter Johnson. Este último parecía ser de las personas que no les importaba hacer cualquier cosa por dinero. Sin embargo; iba a arriesgarse, porque Soluciones y Proyectos, Inc. Era la única de todas las empresas de las que había entrevistado, que por alguna extraña razón cumplía con los requisitos y normativas que solicitaba. Además, tenía un curriculum empresarial impecable, algo que le pareció completamente sospechoso. Cerró los ojos porque en ese instante la voz por los parlantes de su avión le indicaba que despegarían en cinco minutos.
═∘◦✧◦∘═Un silencio que pareció una eternidad se hizo presente. —Raissa fue a New York de compras, le alenté a que te diera una sorpresa —soltó una risita de niña traviesa—. Espero que hayan logrado verse, me gusta que te relaciones con ella. —¡Eres única, mamá! —exclamó exasperado— ¡Entre Raissa y yo no existe ninguna relación!—Por tu tono de voz, creo que te molestó mi comentario —la mujer inquirió de manera firme—. Sabes bien que no me importa, quiero que sientes cabeza de una vez por todas, y ver corriendo a mis nietos por toda la casa. —Eso será cuando llegue el momento, y yo decidiré con quién.—No me hables en ese tono, Bash —le regañó—. Recuerda que soy tu madre, y solo quiero lo mejor para ti. La familia Vlachos, es una de las más ricas e influyentes de Grecia.—¿Y crees que eso me importa? No me trates como a un chico, soy lo suficientemente mayor como para hacer mi propio dinero. —Soy tu madre, a
═∘◦✧◦∘═Karagiannis Inc. Estaba en plena revolución, muchas personas se habían acercado a los cuatro locales de cinco metros cuadrados cada uno, lo que Astrid le llamaba pequeño. Repletos de producto para el cuidado personal, con venta al mayor y al detal. Su primo se había encargado de fuera el distribuidor exclusivo de una marca de cosméticos alemana. La inauguración era ese día a las siete de la tarde, entendía perfectamente el estrés de su amiga, porque todo dependía de la buena impresión que diera a los representantes de las cadenas más grandes de supermercado del país que había invitado, y que tenía que lograr que confiaran en ella. Incluyendo a su primo, que era el socio mayoritario, y su presencia reflejaba ante los invitados un apoyo, tanto familiar como financiero. No había visto a su jefa desde la tarde anterior, esa noche durmió en un hotel. No quiso volver al apartamento en donde vivía con Wal