Mientras veía su reflejo en el espejo, negó con la cabeza un par de veces. —¡Qué tonta eres, Cara! —se regañó—. Caíste en su trampa una vez…Dio un suspiro, hizo una mueca en la cabeza. Bastiaan le había dicho que le demostrara que ya no sentía nada por él. Pero como hacerlo, si mientras más se miraba al espejo. Estaba claro que había cuidado cada detalle de su apariencia, aunque ella insistía que era para que se tragara sus palabras. El vestido coctel de color rojo, manga larga. Resaltando el delicado bronceado de su piel, de cuello en V dejaba claro lo firme de sus redondos pechos. En el corpiño una serie de pliegues sueltos que llegaban hasta la falda recta hasta dos dedos por encima de su rodilla, que de alguna forma resaltaba cada una de sus curvas. Lo combinó con unas sandalias de tiras finas y tacón alto del mismo color del vestido. Se recogió el cabello en un chongo flojo, dejando algunos mechones sueltos. Usó un maquillaje en donde lo que más resaltaban eran sus ojos, trat
Cara se sentía que había caído en sus redes o tal vez nunca salió de ellas, y toda la libertad en la que estuvo viendo, solo fue porque Bastiaan se lo permitió, un escalofrío le recorrió el cuerpo, y obviamente no era por miedo, sino la anticipación que la saludo de manera sarcástica. Como era de esperarse, él se encargó de todo. Pero cuando pretendió escoger la comida por ella, le hizo saber que eso no sucedería. Observó como sus ojos la miraron con un brillo que no pudo descifrar. Estaba claro que durante el tiempo transcurrido ambos habían cambiado. Bastiaan, aprendió a como usar su cara de póker y enmascarar sus sentimientos, y por parte de Cara se sentía más segura a la hora de tomar decisiones, pero en cuanto a cosas del corazón continuaba siendo un desastre, una muestra de aquello era que no se involucraba en nada que tuviera que ver con relaciones.La comida se desarrolló de manera lenta, debido a la tensión que existía entre ambos. En el instante en que llevaron el postre,
—¡Oh, el griego! —el hombre expresó con desdén— ¿Así que andas con él?—No entiendo a qué se refiere, señor Castle…—Si está conmigo o no, creo que eso no es tu incumbencia —Bastiaan no la dejó terminar, y se interpuso entre ellos. Pudo ver en el rostro de Cara el asombro.—No creo que a Tito le guste, que estés con su asistente —se cruzó de brazos—. ¿Esta es ahora tu manera de tomar ventajas de los negocios?En el instante en que dijo esas palabras, Bastiaan ya lo había agarrado por la solapa de su traje hecho a la medida, el hombre quedó de puntillas. —¡Nunca en tu put4 vida vuelvas a insinuar tal cosa! Estaban nariz con nariz y la voz de Bastiaan era baja, pero no dejaba de ser intimidante. —Bash, por favor —Cara se acercó—. Es mucho para un malentendido, déjalo. La gente está comenzando a mirar…—¡¿Qué ingenua eres, chica?! —el hombre habló con los dientes apretados— ¿Crees que a un imbécil como este le importa? —¡No le hables en ese tono! —Bastiaan lo sacudió un par de veces
Bastiaan a pesar de que estaba un poco adolorido, estaba disfrutando el momento. Porque tenía a Cara donde quería, sin importar el método que había utilizado para lograrlo. Se veía completamente apenada, y como el cabr0n que era se estaba aprovechando de cada segundo a su lado. En el instante en que se abrió la puerta, pudo sentir como el cuerpo de la joven se tensó. Sin embargo, él le pasó a un lado quitándose el saco y fue directamente a la cama. Por supuesto que se encontraba hospedado en el mejor hotel de Milán en una de las habitaciones más lujosas, decorada con un estilo elegante y moderno, combinando con muebles de diseño italiano. El piso era de mármol con los rodapiés de madera, las cortinas iban a juego con las sabanas. La iluminación debía ser cálida por las mañanas, dado la gran ventana panorámica que cubría una pared. Era obvio que por las noches, el cielo estrellado de la ciudad y las luces tenues creaban un ambiente acogedor y relajante.Bastiaan ocupaba casi la mitad
Bastiaan tenía razón, desde que la conoció se había encargado de su seguridad. Rafaela un día borracha se lo había confesado, pero no podía decirle que hacía mucho tiempo ya lo había perdonado por su error. En cuanto a lo de su amiga, tenía que reconocer que solo su ego femenino un poco aporreado por solo el hecho de saber que había estado primero con él. Cuando ella todas las noches soñaba con sus caricias y sus besos. —Respóndeme, Cara, por favor —él pidió—. Porque te juro que me estoy volviendo loco ahora mismo. Cerró los ojos por un segundo, y se puso la mano en el pecho, creyendo que con eso iba a poder calmarse. Puesto que sentía que su corazón en cualquier momento saldría disparado, mientras que sus latidos le ensordecían.—So… solo esta vez —balbuceó.Al abrir los ojos se dio cuenta de que Bastiaan se había quitado la camisa, estaba demasiado cerca, podía sentir el frío de la pared en la espalda. Se preguntó en ese momento, en qué momento habían llegado ahí, que no se dio c
—¡Eres tan j0didamente hermosa! —exclamó Bastiaan, mientras se quitaba los zapatos, y pantalones, y quedaba solo en bóxer. A Cara se le secó la boca al darse cuenta de como se veía aquel bulto de carne dentro de aquella prenda de algodón. —Al menos sé que te gusta lo ves —él soltó una risita traviesa.De la boca de la joven no salía todavía palabra alguna, puesto que dentro de su cuerpo un mar de emociones amenazaba con formar un tsunami. Estaba temblando de anticipación, apretaba los puños clavándose las uñas, para no extender su brazo y tocarlo. Sus pechos estaban tan duros que dolían, y en su vientre algo grande se avecinaba. Puesto que su útero palpitaba al compás de su corazón, mientras su s3x0 comenzaba a empaparse. Estaba segura de que si abría las piernas un poco más, Bastiaan vería la prueba de su necesidad por él. —Sería una tonta para no hacerlo —replicó. Le gustaba esa nueva versión de Cara, era como si la viera de nuevo por primera vez. —Entonces, dejemos de jugar al
La idea de que le hubiera causado algún daño la hizo sentir horrible, más cuando lo vio cerrar los ojos, y contener durante unos segundo la respiración, como si estuviera soportando algún tipo de dolor. —¿Estás bien? —Cara no pudo evitar preguntar mordiéndose el labio inferior. Bastiaan abrió los ojos de golpe y la dejó su mirada fija en ella durante unos segundos. Era como si hubiera caído en trance, porque pudo jurar que todo alrededor desapareció, solo eran los dos, un hombre y una mujer dentro de una burbuja de deseo, pasión y lujuria. En ese momento llegó a su cabeza el recuerdo de las palabras de Rafaela en Seúl:—Si Bastiaan regresara, y te pediera perdón, ¿lo perdonarías?—De inmediato —no dudó en contestar—¿Después de todo lo te hizo, Cara? —Sí, porque creo que hablando todo se puede solucionar. «Perdí mi tiempo alejada de él», pensó. —Me siento formidable, cada vez que me tocas, siento alivio. No pares, por favor —su voz tenía una súplica silenciosa. Cara se detuvo d
Sus palabras hicieron que el deseo corriera por sus venas como la pólvora al ser encendida, sus ojos nunca la abandonaron, lo que hizo que su la sensación de sus caricias fuera más intensa. Lo escuchó suspirar como si estuviera conteniéndose de alguna manera, Cara lo notaba en lo tenso que estaba su cuerpo. —Necesito… probarte ahora mismo —le pidió. Bastiaan no la dejó pensar, la conocía y sabía que ella lo hacía de más y podía en un segundo alejarse de él y no estaba preparado para hacerlo, al menos no por el momento. Separó los pliegues de su sexo, de una manera suave y delicada, no sin antes besarlos. Introdujo un dedo en su interior. Se sorprendió al sentirla tan apretada, aquello era una delicia. Para Cara fue inevitable arquear la espalda, para impulsar sus caderas en busca de más. La invasión era exquisita, pero sentía que necesitaba un poco más. —¡Oh, Bash! —jadeó en el segundo en que él introdujo un segundo dedo, porque ella estaba a punto de pedirle más. —¡J0d3r, Cara!