—¿Nosotros cuatro? ¿Salir a cenar?
—Carling, por favor deja de repetir todo lo que digo —advirtió Angeline —. Sí. Si tú y Egbert quieren, eso es. Philip y yo solíamos tener un grupo de amigos en Roma. Y no podemos seguir mirándonos mientras comemos cada comida. Ha pasado una semana y está empezando a ponerse rancio.Carling soltó una carcajada. —Solo será la segunda vez que Egbert y yo salgamos juntos.—Está bien. No tenemos que pegarnos a ti como el alquitrán. Si estás harta de nuestra compañía y quieres estar a solas con él, os dejaremos a solas con vuestras bebidas después de la cena.Carling se sonrojó, algo que hacía a menudo cuando salía el nombre de Egbert. Angeline estaba feliz por su amiga y esperaba que la presencia de la otra pareja aliviara un poco la tensión e