Capítulo 11
Justo al terminar una reunión internacional, me estiré y me dirigí hacia la salida de la oficina.

Pensaba en mi hija, que me esperaba en casa para cenar, y sin darme cuenta aceleré el paso.

Al bajar las escaleras, distinguí una silueta conocida: era Diego.

Estaba irreconocible, con los ojos hundidos y la barba descuidada.

En cuanto me vio, sus ojos se encendieron y, con una chispa de emoción, corrió hacia mí.

—¡Celia, al fin te encontré!

Extendió la mano para tomar la mía, pero yo, instintivamente, me aparté.

Lo miré con frialdad, y mi voz salió distante:

—Diego, ¿qué haces aquí? ¿Qué quieres de mí?

Su sonrisa se borró al instante. En sus ojos apareció un dejo de dolor y la voz le tembló.

—Celia, ¿por qué me dejaste? ¿Sabes cuánto te extraño?

Respiré hondo, obligándome a mantenerme firme.

Lo miré directo a los ojos y respondí, marcando cada palabra:

—Me fui porque no podía aceptar que tuvieras un hijo con otra mujer. Prefiero que mi hija crezca sin padre antes que verla compartirlo con
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP