Lía se despertó sobresaltada al sentirse descubierta, estaba en su cama y todo había sido un mal sueño, bueno, ni tan malo, se preguntó si así sería de duro el abdomen de Mikkel.
Aún era de madrugada, así que volvió a dormir, por la mañana, a las seis y media, repitió la misma rutina del día anterior, después de arreglarse bajó a desayunar.
Está vez eligió un pantalón color gris, y un sacó del mismo color, tuvo cuidado al elegir el sostén y la blusa para no andar dando espectáculos.
Mikkel ya desayunaba, en cuanto se sentó, Ana colocó frente a ella una copa de fruta con yogurt, Lía vertió un poco de miel y comenzó a comer, cuando terminó de comer alzó la mirada, vió que Mikkel la miraba fijamente, él se inclinó hacia ella, Lía contuvo la respiración, no pudo evitar recordar su sueño, el abdomen y el pecho de Mikkel, pero con tanta ropa encima no pudo ver si en realidad eran tan duros.
—Tienes miel —dijo Mikkel, tomando una servilleta y limpiando la comisura de su boca.
—Gracias —conte