Mientras tanto, Luther se encontraba en un departamento aislado al otro lado de la ciudad, fuertemente custodiado. Definitivamente, Lucius no iba a arriesgarse a perder a la niña, y menos por un tipo como él.

Pero lo que Lucius no contaba era con la astucia de Luther, quien siempre iba un paso adelante. Luther siempre portaba consigo uno de esos mini celulares de los que la gente solía reírse, pero que en situaciones como esta se volvían invaluables.

En un descuido de sus guardias, lo encendió y logró establecer una breve y tensa comunicación con Mayra. Le transmitió su ubicación, pero le dejó claro una cosa, estaba seguro de que Alba no estaba allí. Lo intuía. Incluso había notado cómo los guardias se relajaban en su turno, como si no hubiera un prisionero de alto valor cerca, solo él.

Mayra lo entendió al instante. Lucius no solo quería a Alba encerrada; la quería completamente aislada, invisible incluso para su propia familia. La situación se estaba volviendo cada vez más peligros