Después de la reacción silenciosa de Alejandro, me dormí con mucho trabajo, dentro de mí sentia una gran preocupación ¿qué pasaria entre los dos después de esto?
---
Al día siguiente abrí los ojos. La habitación estaba a media luz. En la silla junto a la cama, con los brazos cruzados y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, estaba Alejandro.
Dormía, pero no con calma: tenía el ceño fruncido, como si incluso en sueños siguiera preocupado por algo que no podía controlar.
Por un instante lo observé en silencio. Había algo profundamente humano en verlo así: sin la coraza, sin el autocontrol que siempre lo acompañaba.
Era el hombre que me había cuidado sin pedirme nada a cambio. El hombre al que le debía tanto… y al que, sin querer, también había mentido.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que se movió y abrió los ojos. Cuando me vio despierta, se levantó de inmediato.
—Isabella… —su voz era suave, pero temblaba apenas—. ¿Cómo te sientes?
Intenté so