Desperté con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, iluminando suavemente la habitación. Un suspiro escapó de mis labios mientras sentía una extraña mezcla de calma y ansiedad. El día prometía ser distinto, y yo lo sentía en cada fibra de mi cuerpo. Había algo en mí que me impulsaba a hacer algo diferente, algo que no había hecho en mucho tiempo. Mientras me incorporaba, el recuerdo de Ana apareció de inmediato. La joven del refugio de mujeres, aquella que había pasado por tantas dificultades y que, de alguna manera, siempre había logrado inspirarme con su fuerza silenciosa. Hoy, pensé, debía visitarla. No solo por ella, sino también por mí.
Me levanté lentamente, sintiendo una ligera molestia en el estómago y un cansancio que parecía más profundo de lo normal. Me peiné despacio, disfrutando del tacto del cabello entre mis dedos, del aroma del champú que siempre me había gustado, y de la sensación de frescura que me dejaba. Al elegir mi ropa, opté por algo cómodo per