Capitulo 41
La necesito.
Durante todo el trayecto de regreso a la casa en la que se estaban hospedando, Eira no pudo borrar la sonrisa de su rostro. Por primera vez en mucho tiempo, su pecho no estaba oprimido.
Pensaba en lo que ahora parecía posible, en lo que había soñado tantas veces en silencio, escondida de todos.
La cura para su maldición.
La idea latía como un deseo sagrado en su corazón, aunque sabía que el camino sería largo. Aun así, había algo que no podía ignorar: muchas cosas a su alrededor no tenían explicación, y aunque su curiosidad crecía, prefería no hacer demasiadas preguntas… todavía.
Pero había una duda que no dejaba de darle vueltas.
¿Por qué un lobo Alfa como Minhos necesita sangre?
¿Vampirismo…? Eso no debería existir. Al menos no en nuestra historia.
Los vampiros no existen… ¿verdad?
—¿En qué piensas, Eira? —preguntó Gabriel desde el asiento del copiloto, notando su expresión abstraída.
—¿Eh...? No, en nada importante —respondió rápido, sacudiendo la cabeza