Capitulo 38
La esposa de Logan
Eira se quedó en esa habitación vacía, silenciosa, donde apenas había una silla junto a la pared. Prefirió sentarse en el suelo, cerca de la ventana enrejada. El aire era escaso, pero al menos por ahí entraba algo de luz.
—Muy bien, Eira… podrás con esto —se dijo en voz baja, abrazándose a sí misma. En el gesto, sintió una de sus cicatrices, una de tantas que Logan le había dejado. No hacía falta mirar para recordarlas. Eran parte de su piel… y de su historia.
—Hola —dijo una voz suave de pronto, tan dulce que parecía casi fuera de lugar en ese ambiente.
Eira levant&oa