Al escuchar las palabras de Sonia, Erwin primero se sorprendió, luego sonrió.
—Por supuesto. Como te dije, si trabajamos juntos para destruir completamente su negocio aquí, no tendrá más remedio que quedarse conmigo en Estados Unidos.
—Y entonces, tú también obtendrás tu libertad.
Sonia simplemente sonrió.
Esa sonrisa, al caer en los ojos de Erwin, le hizo fruncir ligeramente el ceño.
Sonia continuó:
—Pero señor Erwin, creo que usted no quiere ayudarme realmente.
—¿Oh?
—Si quisiera que Andrés se desesperara, sería muy fácil. Bastaría con contarle sobre nuestra alianza.
—Después de todo, usted conoce mejor que yo qué tipo de persona es él. Si usted destruye su negocio aquí, ¿cree que lo dejaría salirse con la suya?
—Ese no es el resultado que usted busca. Solo necesita que él sepa que yo lo traicioné, ¿verdad? Por eso me ha estado presionando todo este tiempo, ¿no es así?
—Entonces podrá decirle: "Mira, no puedes confiar en nadie a tu alrededor, ni siquiera en tu esposa. Solo yo he sido