La fuerza de Sonia era muy ligera.
Pero con ese tirón, Andrés detuvo inmediatamente su movimiento.
Luego, se volvió hacia ella: —¿Mh?
—¿Vas a salir? —preguntó Sonia.
—Sí, voy al sitio de construcción. Tú no estás en condiciones de ir, así que quédate aquí descansando.
—Pero me estoy aburriendo, quiero ver una película —dijo Sonia—. Consígueme una tablet o una computadora para verla.
Andrés no respondió directamente, sino que se quedó parado, mirando fijamente a Sonia.
Su mirada afilada era como una espada lista para atravesarla por completo.
Pasó un tiempo indeterminado.
Justo cuando Sonia comenzaba a sentirse sofocada, él soltó una ligera risa: —Bien, te traeré una tablet.
Dicho esto, salió y le trajo la tablet.
Sonia reconoció que era la que él usaba normalmente.
—Puedes ver lo que quieras —le entregó la tablet—. La contraseña sigue siendo tu cumpleaños, pero no la uses demasiado tiempo. Llámame si necesitas algo.
—Está bien.
Sonia respondió rápidamente.
Andrés la miró una última vez