Andrés estaba con Erwin.
Aunque apenas el día anterior había recibido un puñetazo de Andrés, Erwin no parecía molesto en absoluto. Al ver a Andrés, incluso le ofreció su cigarro.
Andrés lo rechazó.
—¿Así que realmente quieres romper nuestra amistad? —preguntó Erwin, sonriendo.
Andrés no sonrió. —Lo dejé.
—¿Oh? Déjame adivinar, ¿también por tu esposa?
Andrés guardó silencio.
Erwin chasqueó la lengua. —¿Sabes que así no eres nada divertido? Antes eras un hombre tan libre y despreocupado, y ahora te has encerrado en la jaula del matrimonio y de una mujer. ¿No te parece patético?
—Además, realmente no puedo ver qué tiene de especial como para que estés tan completamente rendido a ella.
Desde el punto de vista estético de Erwin, Sonia podría considerarse una mujer hermosa, y en cuanto a inteligencia... no era excepcionalmente brillante, pero estaba dentro de lo normal.
Pero precisamente por ser normal, era aún más ordinaria.
Si hubiera sido una tonta, al menos eso la habría hecho diferente