La negociación de Andrés fue exitosa.
Pero David, el muy astuto, después de firmar el contrato lo retuvo para una cena, durante la cual no dejó de hablarle sobre su hija.
A pesar de que Andrés le dijo que estaba casado, a él no le importó.
Incluso le dijo que su hija era muy obediente, que podría quedarse aquí, y que bastaría con que él viniera a verla cuando tuviera tiempo.
Andrés, por supuesto, no creyó en sus palabras.
Después de forcejear verbalmente, cuando Andrés subió al avión ya pasaba de la medianoche.
Al aterrizar, se dirigió al hotel sin descanso.
Durante este tiempo, Sonia le había hecho dos llamadas.
Pero una fue durante la reunión y la otra cuando estaba en el avión, así que no pudo contestar ninguna.
Ahora él le devolvió la llamada, pero ella no respondió.
Andrés sabía que seguramente estaba enojada.
Después de todo, la había mantenido encerrada en el hotel todo el día.
Tras pensarlo un momento, Andrés llamó al hotel y pidió que le prepararan un pastel.
Aunque sabía que,