Erwin frunció el ceño con impaciencia, pero como Sonia era su invitada, contuvo su fastidio y continuó:
—¿No lo entiendes? El interés de un hombre por una mujer.
—Ja, ja —Sonia soltó una risa fría.
Esta risa hizo que Erwin arqueara las cejas.
—Usted no me aprecia —dijo Sonia directamente—. Incluso ahora mientras habla conmigo, está esforzándose por controlar su impaciencia. ¿Por qué forzarse de esta manera?
—Vaya, así que te has dado cuenta.
—Sí, por eso, si quiere algo, dígamelo directamente sin rodeos. No perdamos el tiempo.
Erwin miró fijamente a Sonia por un momento y de repente sonrió:
—No es de extrañar que Andrés se haya fijado en ti. Eres interesante.
—Tienes razón, estoy muy ocupado, así que seré directo: quiero acostarme contigo.
Si Sonia hubiera tenido algo en la boca en ese momento, seguramente lo habría escupido.
Pero incluso sin eso, no pudo evitar quedarse boquiabierta.
La mirada de Erwin ya había recorrido su cuerpo varias veces, deteniéndose finalmente en su bata de ga