Andrés normalmente despreciaba usar tales tácticas, y menos aún por Sonia... ella no lo merecía.
Pero al ver su reacción, de repente le pareció fascinante. ¿Cuánto tiempo hacía que conocía a Diego? Si su información era correcta, el baile había sido su primer encuentro.
¿Y ya tenían sentimientos tan profundos? ¿Qué había dicho antes? ¿Que Diego era más atento y considerado que él?
Realmente... ridículo.
Andrés jamás imaginó que en su vida, alguien lo compararía así. ¿Diego? Honestamente, ni siquiera se había dignado a mirarlo dos veces en la comisaría.
Pero ahora, Sonia decía que no estaba a su altura.
En ese momento, Sonia parecía una conejita acorralada, lista para morderlo. Y la persona que defendía... era Diego.
A Andrés le parecía cada vez más absurdo.
En ese momento, el teléfono de Sonia sonó. Ambos miraron la pantalla y sus expresiones cambiaron al ver el nombre.
Sonia extendió la mano para colgar, pero Andrés fue más rápido, tomó el teléfono y contestó, activando el altavoz.
—¿