Capítulo 6
Como cualquiera en la empresa, también yo les dejé un “feliz compromiso” en redes a Hugo y Valeria. Después borré todos los contactos de Hugo de mi vida.

El avión aterrizó y mis papás fueron a recogerme al aeropuerto.

Mi mamá me tomó la mano, con los ojos húmedos:

—Mi niña, estudiar y trabajar tan lejos… mírate, te me adelgazaste.

Mi papá me dio un par de palmadas en el hombro:

—Con que estés de vuelta, ya está.

A su lado había un hombre de porte recto, hombros anchos, cintura estrecha. Se veía unos años mayor que yo. Traje tres piezas, rasgos marcados, mirada tranquila y una sonrisa leve que me sostuvo en silencio.

Su mirada me quemó; me sonrojé y ya sabía quién era.

—Sarita, él es Adrián Pérez —apresuraron mis papás.

Le tendí la mano. Adrián la tomó con su palma grande y apretó apenas mis dedos.

—Prometida, bienvenida a casa —dijo, con los ojos sonriendo.

Mis papás, felices, me empujaron un poco hacia él. Adrián me quitó la maleta de la mano izquierda y, al instante, notó la quemadur
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