Alexander Lee
En casa, la calma era palpable. La boda de Isaac había pasado sin incidentes y estábamos de vuelta un lunes por la tarde.
—Deberías quedarte en casa mañana, necesitas cuidarte más… y a nuestro hijo —le dije mientras la acomodaba en mi pecho.
—De acuerdo —respondió, y su respuesta me sorprendió. Normalmente me llevaba la contraria y nunca cedía en temas de trabajo.
—¿Qué opinas si le damos la noticia del embarazo a mi madre, o crees que deberíamos esperar? —Sentí su cuerpo tensarse ligeramente y me apresuré a añadir— Si aún no estás lista, no lo haremos.
—Podemos hacerlo, sé que la hará muy feliz, pero tú te encargas de explicarle. Siento que será un shock para ella después de todo.
—Entonces almorcemos mañana en un lugar tranquilo, ¿qué te parece?
—Sí, me parece bien —Sus ojos me miraban con ternura—. ¿Quieres niño o niña?
Su pregunta me hizo vibrar el corazón. No me había puesto a pensar en eso, solo quería que llegara pronto, fuera niño o niña.