La tregua interrumpida

Aimunan

​La mañana después de la noche de la confesión silenciosa fue la más tensa de mi vida. Me desperté en la bata de seda, el cuerpo aún dolorido por la fiebre, pero la mente completamente lúcida. Alexander no estaba en la silla.

​Me levanté y, al acercarme a la mesita de noche, encontré un vaso de jugo de naranja recién exprimido y una nota en un sobre de la Corporación Lee.

​"La fiebre ha cedido. Desayuna. No toleraré una baja productividad. Te espero en la oficina a las 07:00 AM."

​No era una nota de preocupación, sino una orden. Una confirmación de que él había recuperado su armadura de CEO, intentando ignorar que había estado de rodillas, forzado a confesar su cobardía.

​Me vestí rápidamente. El penthouse se sentía más pequeño, la jaula más real. Yo había ganado la verdad, pero me había condenado a vivir con un hombre que, aunque confesó su debilidad, usó esa debilidad para justificar mi encarcelamiento. Su confesión era su razón para no dejarme ir.

​En la oficina
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