Aimunan
Desperté de un sueño hermoso, yo era una niña en mi sueño jugaba a las escondidas con muchos niños de mi pueblo, mi abuelo se veía feliz repartiéndonos dulces después del juego, eres la luz de mis ojos Munan, decía al acunarme en sus brazos.- Abuelo!-lo abracé-Te lo voy a explicar-Dije sabiendo que era un sueño.- Ya pasó, ya pasó...Repetía con su voz amable- mis lagrimas cedieron sin poder evitarlas, despertando poco a poco al sentir las lágrimas hacer cosquillas en mi oreja.
Me toqué el vientre instintivamente, no había nadie en la habitación, miré a mi alrededor y el reloj de oro en la pared marcaba diez de la mañana .
Me bajé de la cama poco a poco, ya no tenía las vías intravenosas. Tenía un vestido amarillo, mi piel no tenía brillo al igual que mi cabello.
-Despertaste-Escuché a mi hermano entrar con uno de sus hombres.
-¿Lo perdí?-pregunté notando su expresión tierna, no suele ser así a menos que quiera darme ánimos.
-No. Pero perdiste mucha sangre...-uf re