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Capítulo 3 Recordando como se siente el amor

Me tomo un instante despertar cuando escuché la alarma sonar, llego a mi mente el recordatorio de mi encuentro con Chris, los nervios volvieron y en un momento me sorprendí a mí misma pensando en Aldo, solo había tenido una relación significativa y fue hace tiempo, lo recordaba como mi primer amor un joven muy dulce y agradable, alto, delgado, cabello castaño, muy sencillo; y yo guardaba recuerdos muy lindos de todo lo vivido con él; compartimos nuestra primera cita, primer beso, éramos “nuestro primer todo”, estábamos creciendo juntos, experimentando el amor romántico y jurándonos estar el uno con el otro para siempre, hasta que un día sin previo aviso tuvo que irse, algo estaba pasando con su familia, nunca supe que con certeza; al principio pensamos que podríamos seguir a pesar de la distancia, después las llamadas se fueron haciendo menos, los mensajes y los correos se quedaban sin respuesta, hasta que finalmente me rendí, habían pasado un par de años y no volví a tener noticias suyas lo que me dejo con el corazón roto. Desde entonces pensé muchas veces en él, ¿Qué hubiera pasado si se quedaba? ¿Habríamos terminado de cualquier modo o realmente nuestro amor sería eterno? Aunque claro, si fuera eterno habría sobrevivido a la distancia y no lo hizo, en fin, nunca pude quitarme la sensación como de que esa historia se quedó en puntos suspensivos y supongo que por eso no podía entregarle por completo mi corazón a alguien más.

Por eso era extraño volver a sentir esta emoción en todo mi cuerpo, llegue a pensar que no volvería a pasarme, a menos que volviera a encontrarme con Aldo y aquí estaba sin poder decidir que ropa usaría para ir a charlar con un extraño, caminaba por mi habitación sin saber que hacer, parecía que solo daba vueltas sin sentido sin decidir si sacar la ropa, bañarme, cambiarme, acomodar mis cosas de la escuela, mi mente a mil por hora cuando sonó mi teléfono, un mensaje de Mel: Respira; esa chica sí que me conoce, seguro anticipó que estaría como una loca y con solo esa palabra me trajo de vuelta, saque mi ropa, me bañe, me cambie, acomode mis cosas y en poco tiempo estaba lista para salir.

Caminando hacía el Café con el sol en mi rostro y el aire fresco secando mi cabello me sentí relajada, estaba cargada de energía y lista para una buena platica, al entrar, Chris ya me esperaba, levantó la mano haciéndome una seña para llamar mi atención, al verlo mi corazón saltó de emoción, me dirigí hacia él y noté que ya tenía en la mesa dos vasos, uno tenía mi nombre, se levantó para saludarme con un beso en la mejilla su actitud era muy casual y abierta, me hizo sentir cómoda de inmediato, una sonrisa apareció en mi rostro y no desapareció durante toda la plática.

- Estoy contento de que tengamos un rato para conversar – comenzó a decir – Yo también lo estoy – sonreí - Bien, cuéntame, Rebeca ¿A qué te dedicas? ¿Cuántos años tienes? Y lo más importante ¿tienes novio? - ¡Ohhh wow no te andas con rodeos! – exclamé sin responder ninguna de sus preguntas – Me gusta ser directo, pero daré un paso atrás y comenzaré yo para que no te sientas acorralada – añadió

- Soy Chris Banner, tengo 25 años, llegue aquí ayer desde Londres para atender unos asuntos de la Empresa de la familia, mi padre por fin cumplió su amenaza de retirarse y esta presionando para que yo ocupe su lugar y no tengo novia, aunque debo confesar que conocí a una chica muy hermosa que me tiene cautivado, no he dejado de pensar en ella desde que me entregó mi guante y quisiera poder descifrar los misterios que esconden sus hermosos ojos verdes – finalizó y sus ojos se clavaron en los míos.

- ¿Compañía de qué? – pregunté vacilante y con las mejillas ruborizadas – De tecnología – respondió sin dejar de mirarme – Bueno yo soy Rebeca Taylor estoy en mi último semestre de Psicología y aunque ha sido todo un reto disfruto mucho haber elegido esta carrera, definitivamente la mente y comportamiento humano me apasionan, además me ha dado herramientas que me permiten conocerme a mí misma, las razones de mis conductas, a replantear mis creencias y me capacita para acompañar a otros a explorarse y encontrar una mejor versión de sí mismos – comencé a contarle mi historia– él nunca dejó de mirarme e intervenía de vez en vez sin interrumpirme y dejándome continuar.

- Comparto un departamento propiedad de mis padres con mi mejor amiga Mel es realmente pequeño, aunque nos permite tener un espacio cómodo y privado a cada una y su ubicación es ideal para llegar a la escuela caminando – continúe – Así que asistes a la Universidad cerca del Café – dijo entre dientes más para él que para mí, asentí y continúe – Paul y Mary Taylor son mis padres adoptivos, pero esa es una historia más larga que debemos dejar para otro momento, en fin, creo que es todo lo que necesitas saber – lo mire concluyendo.

– ¡Ah! lo olvidaba, no tengo novio, aunque también acabo de conocer a alguien que se esta ganando toda mi atención, veremos si la merece – sonreí mirándolo.

– Psicología, ¿vas a analizarme? ¿debería tener más cuidado con lo que digo? – bromeó – ¿Qué te parece tan fascinante de la mente humana? – continúo

– Deberías tener cuidado si, porque una vez que comienzo a hablar de mis pasiones no habrá forma de detenerme – le aseguré – Perfecto, podría escucharte hablar todo el día – me confirmó; la conversación continúo fluyendo, el tiempo se fue volando, se acercó el mesero para ofrecernos algo más y por instinto mire mi reloj, ya era hora de irme, no quería hacerlo, pero no había forma de que faltara a clase, con decepción me despedí y se levantó para decirme adiós de nuevo con un beso, inhale profundo como queriendo guardar su aroma por más tiempo y me dirigí a la salida, voltee a echarle un ultimo vistazo y despedirme alzando la mano, él me sonrió regresando el gesto de adiós. Al menos habíamos intercambiado números y podíamos seguir en contacto, aún no puedo explicar lo que este hombre me hace sentir, pero disfruto tenerlo cerca.

Estuve como en piloto automático el resto del día, Mel tuvo una asesoría y no pudimos almorzar juntas así que fui al gimnasio solo para caminar y seguir perdida en mis pensamientos, finalmente llego la cena y pude ver a mi amiga para ponernos al día, esta vez era ella la que estaba desesperada por saber cómo había ido mi mañana, desde que entro noté su mirada expectante y constantemente buscaba mis ojos como queriendo adivinar como me sentía, la torture un poco más vagando por la cocina sin mirarla antes de sentarme y acceder a hablar de lo acontecido.

Me miró, con su copa de vino en la mano - ¿Y? ¿fue todo lo que esperabas? – preguntó, solté la risa que tenía contenida tratando de parecer seria para que no pudiera leer mi expresión – es todo y más - casi grité. Se levanto de su asiento de un salto y me abrazo, la abrace de vuelta muy fuerte, reímos emocionadas como dos niñas. – me da gusto verte sonreír así otra vez- me dijo regresando a sentarse y se sirvió pasta – a mí también – un tono de esperanza en mi voz.

- Se llama Chris Banner, tiene como cuatro años más que nosotras, venía llegando de Londres cuando lo encontré la primera vez, por eso tenía los guantes, no sabía que aquí estábamos en verano y no estaba preparado para un clima cálido- comencé a contarle – Vino para hacerse cargo de la empresa familiar ahora que su padre se retirará - finalicé.

- Bueno, ahora sabemos que no es un loco de manos sudorosas y si tiene su propio negocio significa que es solvente, así que no te busca por tu dinero ja ja ja – se rió –¡Que boba! – reí también.

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