Capítulo 33. Quitar el frío paralizante
Leonardo clavó unos ojos oscurecidos por el deseo en Emma. Parecía una fantasía incómoda, pero realmente la idea de "desestresarse" junto a ella en un baño de avión, no lucía como una mala idea en ese momento. De verdad el vuelo y la importancia del viaje lo tenían bastante nervioso.
Así que le sonrió seductoramente y le respondió con un grave susurro:
-Me encantaría, señora Fritz.
Emma se puso de pie enseguida, llena de una nueva necesidad, lo tomó de la mano y lo arrastró con una urgencia insólita.
Necesitaba borrar con ese hombre el incómodo recuerdo que la había hecho sentir un frío mortal.
Necesitaba sentirse viva porque así estaba.
Viva y ardiente.
Los muertos estaban en el pasado y aquí no la alcanzarían.
Ella había sobrevivido y necesitaba recordarlo, aunque una parte de ella hubiera perecido ese día.
Necesitaba que el calor la quemara por dentro, trayéndola al presente, y para eso estaba él. Leonardo Ares, su salvavidas en este viaje lleno de ansiedades nuevas.
Se colaro