Capítulo 28. Ebrio de placer

Emma se recostó cómodamente entre las almohadas de la enorme cama, esperando a que Leonardo se repusiera un poco luego de que ella lo succionara con placer. Era divertido ir conociéndose con alguien nuevo y diferente, llevaba bastante tiempo sin atreverse a sumar a nadie más entre sus selectos amantes.

Y llevaba además casi un año deseando fuertemente al señor Ares.

Cuando él salió de su sopor de goce, se acercó despacio al refrigerador de la suite y sirvió dos vasos de agua, acercándole uno amablemente a ella que lo recibió con una sonrisa. Estaba sedienta, así que agradecía el gesto.

Leonardo aspiró el aire a su alrededor, olfateando el aroma inconfundible de la mujer excitada frente a él, y se sonrió. Sin decir una palabra, ni esperar una orden, aprovechó sus "beneficios" de socio empresarial, le quitó las delicadas bragas, se acomodó entre sus piernas y comenzó a saborearla, como al manjar más delicioso.

Aunque era la segunda vez en su vida que lo hacía, Emma parecía disfrutarlo
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