Dante
La rabia arde dentro de mí, pero es un fuego controlado. No puedo permitirme perder el control frente a nadie, y mucho menos frente a ella.
Sin embargo, hay algo que me descoloca más que su desobediencia: la preocupación.
Esa sensación extraña y molesta que me ha invadido desde que la vi en el pasillo con su rostro descolocado, pidiendo ayuda con desesperación en sus ojos.
No entiendo por qué me afecta. Este no soy yo. Me concentro en las soluciones, no en las emociones.
Y por otro lado está el hecho de que el niño me ha llamado papá. No se que se supone que debería hacerme sentir eso, pero de lo que estoy seguro es que no lo he sentido, de no ser por el corazón.,..
—El doctor está en camino —dice Luciano desde la puerta, interrumpiendo mis pensamientos.
Asiento con la cabeza, sin decir una palabra. No necesito detalles adicionales; sé que Maximiliano hará su trabajo como siempre.
Cuando Maximiliano llega, su chaqueta perfectamente planchada y su maletín en la mano, me observa c