Lucia
Siento que me estoy enloqueciendo.
Por un instante pensé que todos nuestros problemas habían desaparecido, que finalmente iba a poder vivir en paz y feliz junto al hombre que amo. Pero nuevamente la vida parece decidida a separarnos.
Dejó salir un suspiro que hace eco en la habitación.
El silencio de la mansión es insoportable.
Han pasado tres días desde que Dante se fue, y aunque hemos hablado por teléfono, sus llamadas han sido breves y frías.
Solo lo suficiente para decirme que está bien, que pronto volverá.
Pero yo lo conozco.
Su tono es cortante. Su respiración, contenida. Algo ha pasado y no quiere decírmelo.
Camino hacia la ventana y miro la noche oscura. Este lugar se siente vacío sin él.
Al bajar las escaleras, veo a Nico dormido en el sofá, con un libro en el pecho.
Mi pequeño ángel aunque no lo dice, sé que se sienta igual a mí.
En los últimos meses había vuelto a reír como hace mucho no lo hacía y cuando Dante llegó él se iluminó por completo.
Mi niño