Aiden creyó haber encontrado el amor verdadero con Liam, pero su mundo se derrumbó cuando descubrió que su relación era solo una cruel apuesta. Devastada y humillada, encontró consuelo en Edward, el mejor amigo de Liam, quien siempre la había amado en silencio. Cuando Aiden se entera de que está embarazada, Edward le ofrece matrimonio y la promesa de un futuro seguro para ella y su hijo. Juntos, dejan atrás el doloroso pasado y se mudan a la ciudad, donde comienzan una nueva vida llena de esperanza. Sin embargo, la felicidad es efímera. Años después, Edward fallece, dejando a Aiden sola y enfrentando la vida como madre soltera. Las dificultades se multiplican cuando pierde su empleo y se ve obligada a mudarse a un pequeño apartamento. Entre las pertenencias de Edward, descubre un título de propiedad de una finca en su antiguo pueblo. Decidida a asegurar un futuro para su hijo, Aiden regresa al lugar que juró nunca volver a pisar. Lo que encuentra es una finca en ruinas y a un Liam destrozado, convertido en una sombra de lo que alguna vez fue. La finca, símbolo del caos en la vida de él, se convierte en el campo de batalla donde ambos lucharán por lo que creen justo. Aiden está decidida a proteger el legado de Edward y brindar una vida digna a su hijo, mientras que Liam, atrapado por sus errores del pasado, se da cuenta de que la mujer que una vez despreció es su única esperanza de redención. Entre la tensión y los resentimientos, surge una pregunta ineludible: ¿Podrá Liam redimirse y recuperar el corazón de Aiden, o las heridas del pasado son demasiado profundas para sanar? © 2024/27/06 Angellyna Merida. Todos los derechos reservados. Código de Registro: 24062XXXXX525
Leer más—¿Así que finalmente te la llevaste a la cama? —preguntó uno de los amigos de Liam, riendo con una expresión maliciosa.
Liam esbozó una sonrisa, pero su rostro mostraba una tensión apenas perceptible. Una parte de él se sentía incómoda al hablar de Aiden de esa manera, pero no quería parecer débil frente a sus amigos.
—Sí, fue sencillo —respondió, aunque su tono carecía de la confianza habitual—. Pero... —dudó un segundo antes de continuar—. Aiden… solo fue un error, un pasatiempo, un noviazgo pasajero, la mujer que siempre me ha interesado es Nicol.
A pesar de sus palabras, una sensación de remordimiento lo invadió. No quería admitir lo que realmente sentía por Aiden. Pero su orgullo herido, no le permitió retractarse.
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El corazón de Aiden ya se encontraba en un estado de incertidumbre antes de llegar al lugar donde Liam se reunía con sus amigos. Había escuchado rumores en el pueblo, susurros que decían que todo entre ellos no era más que una apuesta. Pero se había negado a creerlo. Hasta que escuchó las palabras salir de la boca de Liam.
Su mundo se desmoronó en un instante. Sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía, y la traición la atravesó como una puñalada. Sin hacer ruido, dio media vuelta y se alejó corriendo, gruesas lágrimas rodaban por su rostro. No podía creer que todo había sido una mentira, no después de todo lo que habían compartido desde que eran niños.
De pronto chocó con una figura masculina era: Edward, el mejor amigo de Liam, quien siempre había estado enamorado de Aiden, y verla en ese estado lo llenó de angustia.
—Aiden, ¿qué pasa? —preguntó Edward, abrazándola.
—Ed… —sollozó—. Se trata de Liam... todo fue una apuesta —gimoteó Aiden—. Solo jugó conmigo. Él siempre ha amado a Nicol.
Edward sintió una ola de ira recorrer su cuerpo. No podía creer que su mejor amigo hubiera sido tan cruel.
—¿Él te lo dijo? —preguntó.
—¿Lo sabías? —indagó Aiden arrugando el ceño.
—No, claro que no —balbuceó su voz tembló por el nerviosismo—. No permitiré que te haga más daño —dijo Edward—. Vamos a mi casa. Estarás segura allí.
Aiden no tenía familia en el pueblo, sus padres habían muerto en un accidente, y vivía con una tía, quién no le prestaba mucha atención, así que aceptó.
Edward después de asegurarse de que Aiden estaba bien instalada en su casa, sintió la furia arder dentro de él. No podía dejar que Liam se saliera con la suya. Se dirigió al bar, decidido a enfrentarlo.
Encontró a Liam aun riendo y bebiendo con sus amigos. La ira de Edward se intensificó al ver la despreocupación en el rostro de quien había sido hasta ese entonces su mejor amigo. Sin pensarlo dos veces, se acercó y le propinó un puñetazo en la cara.
—¡Eres un miserable, Liam! —gritó Edward—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a Aiden?
Liam, sorprendido por el golpe, se levantó y se limpió la sangre del labio, sonriendo con desdén.
—Edward... no fue nada serio, solo una tontería entre amigos —respondió Liam, intentando restarle importancia.
Pero Edward no estaba dispuesto a aceptar excusas.
—Ella confió en ti, Liam. Te amaba —gritó Edward, su voz temblaba con una mezcla de tristeza y decepción—. Y tú te burlaste de eso. No sé cómo puedes vivir contigo mismo después de algo así.
«¿Me amaba? ¡No es verdad! ¡Sí supieras lo que descubrí no la estarías defendiendo!»
Liam sintió el peso de la mirada de Edward, y por un breve momento, su arrogancia se desmoronó. Bajó la vista, incapaz de enfrentar la realidad de lo que había hecho.
—Aiden, no significaba nada para mí, Edward... —comenzó Liam, pero las palabras sonaban huecas incluso para él.
Edward sacudió la cabeza, la desilusión se hizo evidente en su rostro.
—Tú lo eras todo para ella —respondió Edward, dándose la vuelta con tristeza—. Ya no puedo considerarte mi amigo, Liam. No después de esto.
Con un último golpe, dejó a Liam tirado en el suelo, respirando con dificultad.
—Si vuelves a acercarte a Aiden, te arrepentirás —advirtió Edward, su voz estaba cargada de amenaza.
Con eso, se dio la vuelta y se fue, dejando a Liam y a sus amigos en un silencio tenso. Sabía que Aiden merecía algo mucho mejor, y estaba decidido a ser el hombre que la protegería de cualquier daño.
«No sabes a la clase de mujerzuela que estás defendiendo» pensó Liam, apretó los puños, mientras respiraba agitado, su pecho ardía producto del dolor de la traición. «Voy a demostrarte Aiden Harper que no eres importante en mi vida, ya lo verás»
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Dos semanas después, el pueblo estaba alborotado con la noticia del compromiso de Liam con Nicol. La gente murmuraba y se burlaba de Aiden al ver que su exnovio se casaría con otra.
—¿Supiste que Liam y Nicol se van a casar? —se escuchaba decir en las calles.
—Pobre Aiden, pensaba que él la amaba.
—Ella se lo creyó todo. Qué ingenua.
Aiden soportó los comentarios hirientes y las miradas de burla con la cabeza en alto, pero cada palabra la hería profundamente.
Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, vio a Liam y Nicol caminando de la mano, comprando cosas para su boda. Sintió un nudo en el estómago y quiso irse antes de que la vieran, pero Nicol la interceptó.
—¡Aiden! —exclamó Nicol, con una sonrisa radiante—. Qué bueno verte. Liam y yo estamos comprando cosas para nuestra boda. Me encantaría que fueras una de mis damas de honor.
Aiden sintió como si le hubieran dado una bofetada. El desprecio y la ironía en las palabras de Nicol eran evidentes. Tragó saliva, tratando de mantener la compostura.
—Gracias por la invitación, Nicol —expresó Aiden con una voz que apenas podía mantener firme—. Pero creo que no podré asistir.
Antes de que Nicol pudiera responder, Aiden se dio la vuelta y se alejó rápidamente, sintiendo las miradas de burla y compasión a su alrededor.
—Nicol, debo darle un recado a Aiden para Edward —mintió Liam, con una sonrisa que intentaba ser casual—. Te alcanzaré en un momento.
Nicol asintió, sin sospechar nada, y Liam fue tras Aiden. Cuando la alcanzó, la sujetó por el brazo y la giró con suavidad hacia él.
—Aiden, por favor, espera —solicitó Liam, su voz estaba cargada de una mezcla de urgencia y vacilación—. Necesito preguntarte algo.
Aiden se soltó de su agarre, lo observó con sus ojos llenos de rabia y dolor.
—¿Qué es lo que quieres, Liam? —preguntó, con su voz quebrada y llena de desconfianza.
Liam tragó saliva, las palabras que quería decir luchaban por salir, pero el miedo a la verdad lo frenaba. Tenía la oportunidad de preguntarle sobre aquel hombre, de enfrentar la duda que lo había consumido durante tanto tiempo. Pero el orgullo y el miedo a descubrir que había sido engañado le impidieron hacerlo.
—Solo quería... —comenzó, pero el dolor y la confusión le impidieron continuar—. No importa... solo ten cuidado, Aiden.
Aiden lo miró, tratando de entender el verdadero motivo detrás de su vacilación, pero el dolor y la desconfianza la invadían.
—No necesito tu preocupación, Liam. Me las arreglaré sin ti.
Con eso, se alejó de inmediato, con el corazón latiendo a mil por hora. Sabía que necesitaba alejarse de ese lugar, empezar de nuevo lejos de todo ese dolor.
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Un día, Aiden sintiéndose cada vez mal, decidió comprar una prueba de embarazo. Los minutos que tardó en aparecer el resultado fueron eternos. Cuando vio las dos líneas que indicaban positivo, sintió una mezcla de pánico y desesperación. No sabía qué hacer. Su tía no la aceptaría con un bebé fuera del matrimonio.
Justo en ese momento, Edward llegó a visitarla. Al verla con los ojos rojos e hinchados, su preocupación creció.
—Aiden, ¿qué te pasa? —preguntó, acercándose a ella.
Aiden intentó no decirle nada, pero finalmente, entre sollozos, confesó:
—Estoy embarazada, Edward. No sé qué voy a hacer. Mi tía nunca lo aceptará, y Liam… se va a casar con Nicol.
Edward la miró con determinación y ternura. Sin dudarlo, le tomó las manos y dijo:
—Cásate conmigo, Aiden. Me haré cargo de ti y del bebé. Me han ofrecido un trabajo en la ciudad y quiero que vengas conmigo. Podemos empezar una nueva vida juntos.
Aiden lo miró con sorpresa y gratitud. Las lágrimas seguían cayendo por su rostro, pero esta vez eran de alivio y esperanza. Sabía que Edward siempre había sido su verdadero amigo y protector, y ahora, él le ofrecía un futuro seguro y lleno de amor.
—¿Estás seguro? —preguntó balbuceando.
—Completamente Aiden. —Acarició su mejilla—. Yo siempre te he amado, ¿te casas conmigo? —volvió a preguntar.
Aiden decidida a dejar atrás su pasado se preparó para comenzar una nueva vida junto a él y su hijo por venir.
—Acepto —contestó.
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No es apto para personas de mente cerrada, el libro habla de perdón y segundas oportunidades, si no crees en eso, solo no continues la lectura y no hay problema.
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Espero disfruten este libro, leo sus reseñas.
Fiorella, vestida ahora con vaqueros ajustados, una blusa blanca y botas de cuero, irradiaba una energía distinta. Su cabello rojo fuego caía suelto sobre sus hombros, y con una botella de vino de su familia, "Donovan Estate Reserve", en la mano, caminaba por los alrededores del evento, ofreciendo copas a los asistentes.Cuando se detuvo frente a un grupo de jóvenes que charlaban animadamente, sus ojos captaron la atención de otro hombre, quien la observaba con la misma intensidad que había sentido anteriormente. Convencida de que era el mismo joven que la había ayudado a bajar del barril de uvas, decidió acercarse.Pero lo que Fiorella no sabía era que este hombre no era quien ella creía. Gianmarco Duque, el hermano gemelo de Gianpiero, también había quedado impresionado al verla, aunque por razones diferentes. No era su danza la que lo había capturado, sino la confianza y seguridad que transmitía al moverse por la feria, con su sonrisa cálida y actitud despreocupada.El contraste en
Fiorella Donovan, con su característico cabello rojo fuego ondeando al viento, se encontraba en la vendimia de Napa Valley junto a su familia. Con veintidós años recién graduada de la facultad de Administración de Empresas, se había convertido en una joven alegre y hermosa, irradiando vitalidad. Vestida de blanco, se unió a la fiesta de la pisada de uvas, riendo mientras sus pies se sumergían en los racimos frescos. Alrededor de ella, la música sonaba animada y los asistentes celebraban la buena cosecha de uvas.Desde la distancia, Aiden y Liam observaban con orgullo a su hija, disfrutando del momento. Ambos habían trabajado arduamente para hacer de su finca un éxito, y ver ahora cómo su vino era reconocido les llenaba el corazón de satisfacción.—No puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo —comentó Aiden, con una sonrisa mientras miraba a Fiorella—. Nuestra pequeña ya es una mujer.Liam asintió, colocando una mano en el hombro de su esposa. Ambos estaban acompañados por Allison,
Liam, que estaba en la cocina preparando un desayuno, dejó caer la sartén al suelo y salió corriendo hacia ella.—¡Oh, Dios! ¡Es hora! ¡Ahora sí es hora! —exclamó, comenzando de nuevo su rutina de pánico, pero esta vez con una mezcla de emoción y nerviosismo.—Sí, pero ten calma, esto demora —avisó Aiden con una sonrisa cansada.—¿Qué ocurre? —preguntó Evelyn, había llegado días antes para ayudarlos con los niños y la bebé. —Aiden ya va a dar a luz —avisó Liam agitado.—Hombres —murmuró Evelyn negando con la cabeza y sonriendo. —¿Estás bien Aiden? —preguntó. —Sí —respondió—, aún no son tan regulares. —Camina un poco —recomendó Evelyn. Cuando las contracciones se volvieron regulares y más intensas, Aiden supo que el momento había llegado. —Mamá, ¿de verdad ya va a nacer la bebé? —preguntó Leo con ojos brillantes, mientras Fiore, algo más reservada, observaba en silencio.Aiden se inclinó con esfuerzo hacia sus hijos, acariciándoles el cabello con ternura.—Sí, mis amores, ya casi.
El embarazo de Aiden avanzaba sin problemas, y ahora, con ocho meses cumplidos, la familia estaba más emocionada que nunca por la llegada de la bebé. La habitación ya estaba casi lista, decorada con tonos suaves y delicados. Sin embargo, en medio de toda la alegría, Aiden y Liam notaban algo extraño en Fiore.La pequeña, siempre tan colaborativa y alegre, ahora se mostraba retraída y poco interesada en participar en los preparativos para la llegada de su hermanita. Mientras Aiden y Liam organizaban la nueva habitación, Fiore se mantenía distante, y la preocupación en la casa crecía.—¿Qué crees que le pasa? —preguntó Aiden una noche, mientras descansaba en el sofá, acariciando su abultado vientre.Liam suspiró, frunciendo el ceño mientras terminaba de colgar una repisa en la habitación. —No lo sé, pero definitivamente no es la misma de siempre. Quizá se siente desplazada —respondió, su mirada se dirigió hacia la cuna recién armada.Aiden lo miró con preocupación.—Deberíamos hablar c
Semanas más tarde: Bajo un cielo azul claro, los viñedos de la finca de Liam y Aiden se convirtieron en el escenario perfecto para la boda que ambos habían soñado. Con la ayuda de Evelyn y Grace: la esposa de Jack, habían organizado una ceremonia sencilla pero profundamente emotiva. El entorno, rodeado de viñedos, brindaba una atmósfera íntima y romántica.La decoración era modesta pero elegante, con flores silvestres adornando los pasillos y una pequeña pérgola construida entre las hileras de uvas. Aiden, radiante en su vestido blanco sencillo que se ceñía suavemente a su cuerpo, avanzaba hacia Liam con una sonrisa serena. Su vientre ya mostraba el embarazo de cuatro meses, y eso solo hacía que se viera aún más hermosa, irradiando felicidad.Tomada del brazo de su hermano Andrew, quien no podía ocultar el orgullo de estar a su lado en ese momento tan especial, Aiden caminaba con paso firme, sus ojos fijos en los de Liam. Andrew, quien había sido su protector durante toda su vida, le s
El sol apenas despuntaba cuando Fiore y Leo se levantaron emocionados, listos para su primer día de clases. Aiden, ya despierta desde temprano, había preparado los uniformes y mochilas con esmero. Los niños corrían por la casa, llenos de energía.—¡Es el primer día de escuela! —gritó Fiore, saltando de emoción mientras trataba de ponerse los zapatos.—¡Voy a ser el mejor en matemáticas! —añadió Leo, abrochándose la camisa con una sonrisa de oreja a oreja.Aiden los observaba con una mezcla de orgullo y ternura desde la cocina, mientras preparaba el desayuno. Liam, por su parte, entró en la sala con una gran sonrisa.—¿Están listos para ser los más inteligentes de la clase? —preguntó con tono animado, mientras se inclinaba para ayudar a Leo con los últimos detalles de su uniforme.Fiore asintió con entusiasmo, y luego se lanzó a los brazos de su padre, abrazándolo con fuerza.—¡Estoy lista, papá! —exclamó.Aiden apareció con las mochilas y las loncheras listas, sonriendo al ver a su fa
Último capítulo