La Cámara de Interrogatorio
1:30 PM. Sótano de la Torre Blake, Manhattan.
Valeria estaba sentada en una silla de metal frío, encadenada a la mesa, la habitación era un búnker insonorizado, despojado de cualquier elemento de decoración, iluminado por una luz blanca y brutal, sus manos, todavía adoloridas por las zip-ties, se apoyaban sobre la mesa, no había sido golpeada, solo contenida con eficiencia, Blake no quería dañarla físicamente, quería extraer la verdad de su traición para destruirla.
La puerta de acero se abrió, y Leonardo Blake entró, no vestía su habitual traje de tres piezas, sino ropa casual, arrugada, revelando el agotamiento y la furia controlada que Javier había mencionado, detrás de él, un abogado silencioso y un jefe de seguridad con rostro de piedra.
Leonardo no se sentó, caminó lentamente por la sala, su mirada azul penetrando la de Valeria.
—Doctora Serrano —comenzó, su voz baja, cargada de una amenaza silenciosa—, me sorprende tu estupidez, tuviste tu venganza,