El Rastreo del Idealismo Roto
11:30 AM. Casa de Huéspedes "El Faro Silencioso", Costa de Maine.
Valeria se detuvo a trescientos metros de la casa de huéspedes histórica, el coche utilitario, cubierto de polvo de carretera, se camufló bajo los pinos, el aire salino y frío era cortante, y el rugido constante del Atlántico ahogaba cualquier otro sonido.
Al salir del vehículo, Valeria no sintió el miedo de la confrontación, sino la urgencia de un cirujano, ella venía a cerrar la herida que había abierto, y cualquier distracción emocional era inaceptable, su instinto frío la mantuvo enfocada.
La cabaña, de arquitectura sobria y noble, era el perfecto santuario para Javier, era un lugar que reflejaba su idealismo arquitectónico.
Valeria se acercó con cautela, la puerta estaba sin llave, una clara invitación a la confrontación, o una señal de rendición total, al entrar, el interior era oscuro, con olor a madera salada y humedad, Javier estaba sentado en un sillón junto a una ventana con vist