Capítulo 35.

Capítulo 35.

¡Maldita sea mi suerte! Esta mañana, Jorge me dijo que por la noche asistiríamos a una cena muy importante con los Escobar. Y claro, como con él no hay nada opcional, no puedo ni siquiera objetar. Hasta me ha comprado un vestido y todo. Al menos aún no se me nota la barriga, porque el dichoso vestido es precioso, pero es muy entallado. Y si a todo eso le sumamos que hoy no estoy en uno de mis mejores días, pues ya tengo el día perfecto. Solo espero que las náuseas desaparezcan a lo largo del día.

Cuando llegó la hora, me vestí sin ganas y, con todo el esfuerzo del mundo, dejé que me maquillaran y me peinaran como a una muñeca.

La cena era en un restaurante privado del centro, un lugar exclusivo. Jorge iba, como siempre, con un traje negro impecable, el móvil en una mano y su falsa sonrisa de villano de telenovela en la cara. Me llevaba del brazo como si fuéramos la pareja perfecta.

—Pórtate bien, Gabriela —me dijo antes de entrar—. No necesitamos más dramas.

Ni siqui
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