El rostro de Lara era un completo poema. La ambivalencia de lo que este hombre podría llegar a ser le resultaba completamente desconcertante. ¿Cómo podía haber dos naturalezas tan antagónicas en la misma persona?
— Qué tú haces, ¿Qué? — Lara dejó escapar con una mezcla de sorpresa y temor.
¿Cuántas caretas podría tener Waylon Scott?
— ¿Lo ves? ¡Eso es lo que logras cuando ocultas una cosa tan importante y peligrosa a alguien como tu prometida! — Escupió Walter.
— No es tan importante, papá, muchas personas lo hacen y nadie anda por ahí gritándolo a los cuatro vientos — Se escudó, ¡Como si fuera una cosa tan común, querer estar en medio de un conflicto bélico!
— Nunca te he pedido que lo grites a voz en cuello, Waylon, ¿Pero a ella? ¿Es en serio? — La expresión de Walter era incisiva.
Waylon se revolvió en la silla con incomodidad.
— Supongo que le debo una explicación, pero no es por eso por lo que vinimos hasta aquí, ¿Verdad papá?
La mirada de Waylon se entrecerró sobre su padre.
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