— Yo… necesito saber cómo puedo pagarte eso… — Señalando la mezcla de polvo y fragmentos rotos de lo que había sido durante cinco siglos una pieza invaluable de arte oriental.
Waylon dejó salir el aire.
— No puedes pagarlo, deja que yo me encargue, lo sustituiré con una copia y mi padre nunca lo sabrá — Tomándola de la mano y tirando de ella para llevarla hasta la terraza en la que Walter los esperaba a ambos.
La cabeza de Lara era un hervidero de confusión, por un lado, sus principios éticos y morales y, por el otro, los anti éticos de Waylon Scott. Se detuvo en seco y se le quedó mirando.
— Entonces, ¿Esta es la forma en la que arreglas todo? — La frase sonó claramente a reproche.
— ¿Perdón?
— ¡Todo para ti es tan fácil como decir una mentira tras otra, para salir de un apuro!
Él pareció estudiar su rostro por un instante.
— ¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Qué te pasara la cuenta por uno punto seis millones de dólares? Aunque tuvieras el dinero, el jarrón ya no existe. No consigues a