Lara necesitó girar el rostro para no caer redondita en los bien formados labios de Waylon.
— Creo que deberíamos seguir el consejo de mi padre, te llevaré a conocer la propiedad, así nos despejamos un poco de este mal rato — levantándose y extendiendo la mano hacia ella.
La rubia observó la mano extendida del empresario y dudó un segundo, pero luego pensó que Walter era demasiado perspicaz como para no estar vigilándolos de algún modo, y ya que se había “salvado por la campana”, era mejor no seguir tentando a la suerte.
Asió la mano de Waylon ignorando el cosquilleo que sentía recorrer su piel desde su mano al contacto con la de él hasta su brazo, y caminó a su lado como lo haría una pareja normal.
— ¿Crees que tu padre pueda atraparnos en la treta? — ella preguntó en baja voz, negándose a mirarlo. Cada vez que lo hacía su cerebro no terminaba de conectar con el resto del cuerpo.
— Supongo que es muy inteligente y que los golpes de la vida, si algo enseñan, es que no podemos fiarnos