Promesa de meñique; solo ustedes son mis amores.
Sebastián
Max me mira, sus ojos desbordan inocencia. No es justo para el que Anastasia lo use como una ficha de ajedrez. Este siempre ha sido su plan, manipularme con el niño y arruinar mi vida con Amelia, pero no tiene ni idea de lo que hace y está loca si de verdad piensa que voy a quedarme a vivir con ella.
Lo tomo de la mano y camino con él de vuelta a la sala, mientras pienso en cómo abordar el tema, de un modo que comprenda. Sé que no he sido un padre de verdad para él, Anastasia me quitó esa posibilidad, aunque en cierto modo no tengo como culparla, siempre he despreciado el concepto de la familia, casarme y tener hijos, jamás fueron una opción en mi vida.
Tomo una bocana de aire antes de hablar.
—Max, tengo algunos asuntos que resolver. —Me agacho para quedar a su altura y poder mirarlo directo a los ojos, que aunque no se entristecen, adoptan intensidad—. Pero te prometo que pronto estaremos juntos y nada ni nadie podrá volver