Después de un día lleno de risas y locuras en el mercado de Gwangjang, finalmente regresamos a casa, agotados pero felices. La atmósfera en el apartamento era tranquila, y el cálido resplandor de las luces creaba un ambiente acogedor. Miu y Ares se habían ido a sus respectivos hogares, dejándonos a Demon y a mí solos.
—Hoy fue increíble —dije, sintiendo que la adrenalina todavía corría por mis venas.
—Sí, y lo mejor es que aparecemos en la televisión local —respondió Demon, riéndose suavemente. —Nunca pensé que haríamos algo así.
Me acomodé en el sofá mientras él se levantaba para ir a la cocina. Regresó con un tazón lleno de palomitas de caramelo y dos copas de vino.
—Esto debería hacer la noche más interesante —dijo, guiñándome un ojo mientras se sentaba a mi lado.
Mientras comenzaba la película, sentí la calidez de su cuerpo junto al mío. Demon, con su mirada atenta, empezó a acariciar mis muslos con los dedos, un gesto suave que me hacía sentir segura y especial.
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