Después de unas horas corriendo por el bosque, sentí cómo mi cuerpo se rendía. Usé casi todo mi poder para proteger a Demon, y en un instante, el mundo se desvaneció a mi alrededor. Cuando desperté, el dolor se extendía por cada rincón de mi ser, como si hubiera sido golpeada por una tormenta. Pero había algo más: una sensación extraña que me envolvía, como si una parte de mí hubiera cambiado.
Estaba en mi cama, con las sábanas frías contra mi piel ardiente. Aún no había notado que me había despertado. La habitación estaba en silencio, salvo por las voces que provenían de la sala. Me esforcé por escuchar, y lo que oí me hizo contener la respiración.
—Luna está muy delicada al haber creado conexión contigo y con James, el vampiro —dijo el médico, un hechicero sanador experto. Sus palabras estaban llenas de preocupación.
Demon respondió, su voz tensa: —¿Y eso qué significa?
El médico continuó, y mi corazón se hundió en mi pecho. —Hay dos opciones: o que Luna recupere su poder comple