Saravi.
No recordaba desde cuando me había sentido tan bien, ni desde cuando había visto tantas sonrisas en los rostros de las personas que más amaba. Aunque mi madre no había asistido a la boda de la princesa, me sentía a gusto que mi padre viniera muy seguido al palacio y que Nadia se hubiese ajustado a muchas cosas aquí.
Llegaría el momento en que tendría que hablar con Jemina, era necesario sanar esa parte de mi corazón; entonces estaría tranquila y disfrutaría esta nueva etapa que me estaba haciendo muy feliz.
La ceremonia terminó muy tarde, Kalil y yo decidimos regresar y compartir con la familia, pese a que aún Zura tenía sus reservas en cuanto a mí.
Después de unas horas, los novios se retiraron en un carruaje que los destinarían a una casona privada que pertenecía al palacio, y después de ello, estarían por algunas semanas viajando pasando su luna de miel.
Kalil y yo caímos rendidos al amanecer, luego de toma