Kalil.
La vibración constante del cuerpo de Saravi me hizo despertar de golpe. En eso me levanté de un solo tirón, fijando mis ojos en ella. Estaba convulsionando, estaba prendida en fiebre y sudaba muchísimo.
Tomé su cuerpo torpemente muy nervioso aparentándolo contra mí mientras grité lo más fuerte que pude.
—¡Janí!
Nadie se asomó, acomodé el cuerpo tembloroso de Saravi rápidamente y me disparé hacia la puerta. Justo cuando la abrí, Janí venía corriendo hacia a la habitación y se sorprendió al verme dentro de ella.
—Majestad…
—No hay tiempo Janí, algo le pasa —dije señalándole.
Janí se hizo a un lado de mi cuerpo para ir rumbo a la cama de Saravi. Luego de verla, fue otra vez hacia la puerta y le dijo a un lacayo.
—Llame urgente a los médicos del palacio ¡ahora mismo!
Sus palabras nerviosas del hombre solo aceleraron mi ritmo cardiaco.
Entonces fue hasta la cama colocándose de